domingo, 13 de septiembre de 2009

Asociaciones libres

Me pregunto si el concepto de mal gusto apareció por primera vez en un anticuado código de censura con el propósito de fiscalizar estéticamente el mal comportamiento.
Los críticos y el público conservador se escandalizan o vapulean a John Waters tal como los residentes moralistas de Baltimore ponen el grito en el cielo al descubrir una congregación de adictos al sexo, una red de estrafalarios fetichistas que abarca todos los ámbitos del antes sosegado suburbio que habitan en A dirty shame. No importa cuántas estrellas le otorguen los que se creen administradores del cosmos, Waters nunca ha ocultado su naturaleza trash y los desechos son íntima parte de nuestra naturaleza.
En esta película un ama de casa se vuelve una depravada hilarante tras sufrir una contusión cerebral en un accidente de auto. “Una contusión es una cosa terrible de desaprovechar” dice el sanador sexual Ray Ray, como si un golpe en la cabeza pudiese activar una facultad dormida.
Esta idea, disparatada en la lengua de Johnny Knoxville, cobra un sentido siniestro en el caso de Ulrike Meinhof, líder de la Fracción del Ejército Rojo en Alemania, que se suicidó en su celda en 1976 tras ser condenada a cadena perpetua por actos terroristas. Recientemente sus hijas (ambas periodistas) revelaron que el comportamiento violento de Meinhof pudo deberse a una lesión sufrida producto de una intervención quirúrgica fallida. Su personalidad cambió desde entonces y al parecer la magnitud del daño pondría en debate hasta qué punto esta mujer era responsable de sus acciones.
Como dicen los cobradores de combi más dulces: cuidado con la cabeza. Las asociaciones libres escapan a cualquier control.




publicado el martes 8 de setiembre de 2009 en perú21

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