martes, 8 de septiembre de 2009

Julia

tres barreras tres barreras
y una noche oscura

salté una barrera

dos barreras dos barreras
y una noche oscura

salté una barrera

una barrera una barrera
y una noche oscura

salté una barrera




En los últimos años varios amigos me han dicho: ¡Tienes que conocer a mi abuela!, casi siempre en animadas conversaciones en fiestas particulares. De ellos sólo dos me la han presentado.
En realidad yo ya había tenido el gusto de conocer a Julia Ferrer. Me habían prestado Gestos, una antología de sus poemas publicada por tRpode Editores en el 2004, y me atrapó su sensibilidad de paraíso perdido, su sabiduría del instinto, documental de la naturaleza mágica y sus gestos sutiles y fulminantes.
Por esa época un amigo músico me habló de su abuela y me prestó sus cuadernos con dibujos, cartas, una foto de Marlene Dietrich en El ángel azul y poemas inéditos. Fue un privilegio desentrañar su caligrafía.




En Cusco pude conocer a su hija Laura y conversamos sobre Julia, independiente y trotamundos, hermosa y bibliotecaria. En el valle me recostaba a leer su poesía de ser vivo que vibra entre los significados, personal, intransferible y libre mientras sucedía un terremoto que no sentí.

el hombre está suspendido
de una estrella cualquiera
sus zapatos caen
en el lugar imprevisto

Su estrella en el paseo de la fama está aún por ser develada pero las huellas de sus manos están ya marcadas sobre la tierra.



publicado el martes 28 de abril de 2009 en perú21

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