sábado, 5 de septiembre de 2009

Memoria Conciencia y Satisfacción

La palabra que emplearon los deudos fue satisfacción. No se puede hablar de alegría porque saldar una deuda por tanto tiempo postergada nos recuerda que crecimos en medio de una batalla, de fujishock y violencia política, y presenciamos la aparición de tránsfugas y “otorongos” (mientras especies más amables comenzaban a extinguirse). Quienes nacimos en la década de los ochenta convivimos desde niños con bombas lacrimógenas, mítines políticos y corrupción generalizada. Aunque otros más bien lamentan que no hemos visto a la selección en un mundial y aún siguen el fútbol peruano a pesar de su mediocridad y su cuestionada e inamovible dirigencia.
Hay sentimientos encontrados de satisfacción y amargura, pero no se puede hablar de alegría. Porque Keiko furibunda continúa la dinastía y sus acérrimos partidarios la respaldan en las calles y en las altas esferas del poder sin necesidad de regalarles utensilios de cocina, sin excusas ni respeto por las víctimas, avalando la ilegalidad y la brutalidad.
Justicia y satisfacción. Y desear que el cumplimiento de la ley no sorprenda, como una ley natural. Que se deje de invocar Memoria y Conciencia (como si no fueran atributos adquiridos) a un pueblo aletargado. Que los jóvenes discutamos y seamos críticos, que se armen debates y se oigan protestas indignadas, como cuando los helados de los carritos no costaron un sol. Es justicia, esperanza y satisfacción, pero en días como el martes 7, viendo en la televisión la lectura maratónica y luego las reacciones divididas, aún no se puede hablar de alegría.



publicado el martes 14 de abril de 2009 en perú21

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