sábado, 10 de octubre de 2009

Burbujas con la boca



-¿Qué hacen en la calle en un día tan terrible?
-Almorzando, por el Festival de Poesía de Rosario.
-Ahh… ¡son poetisas!
-Poetas- precisamos Tania Montenegro y yo. Él porfía y concluye con un pasmoso “el hombre es hombre, la mujer es mujer, donde manda capitán no manda marinero”.
-Bueno, usted conduce- le digo al taxista que se abre paso entre un ejército de gotas de lluvia. Silencio y proseguimos animadamente.
Antes de almorzar estuvimos en la cárcel. Fue mejor de lo que imaginé: la actitud de los presidiarios, su presentación personal y sobre todo, su poesía nos hizo sentir acogidos y agradecidos de compartir los resultados del taller que se desarrolla desde el 2001 en la Unidad de detención N.3 de Rosario, Argentina. Los poetas “libres” éramos un arcoiris de pasaportes, el micrófono hizo un círculo, pasando por Chus Pato, Ernesto Lumbreras, José Kozer, Diana Bellesi, Nikola Richter, Cristian de Nápoli, Kurt De Boodt, entre otros. Finalizada la lectura conversamos y disfrutamos de un modesto ágape. Unos reclusos me pidieron el mail y se los di. ¿De qué otra forma salir sino por medio de alguien más? Entrar en un cuerpo libre aunque ocupado. Al que me pidió el número de teléfono no, alegó que no me iba a secuestrar y le expliqué que no doy mi número tan fácil, más allá de la inocencia.
Comparto un fragmento de “Fusil de burbujas”, un poema de Fabián Silva, que volvió voluntariamente para leer ese día, pues ya goza de libertad: “Este fusil que diseñé, / a modo de arquitectura mágica, /es mi satisfacción y desenfreno/ ante cualquier tipo de pared”. El fusil del poeta es una rosa, o una burbuja en Rosario.


(uno de los paneles con aforismos escritos por los presos del taller)


(la coordinadora del taller, la poeta Susana Valenti, presentando a los participantes del recital)


publicado el martes 22 de setiembre en perú21

sábado, 3 de octubre de 2009

Eva en la TV

Eva y yo trabajábamos en una librería miraflorina, compartíamos chocolates y nos recomendábamos cuentos. Éramos un emocionante equipo de vendedores en la época del jefe Aries. Eva no “necesitaba” trabajar pero lo hacía, para dignificarse supongo, templar el carácter. Pronto llegaron a mí los rumores y chismes sobre ella. Asumo que es irrelevante para la fiscalía mi opinión, pero le creí cuando me dijo que no.
Volví a verla después de tiempo, casi a diario, en la televisión y el diario, convertida en una trágica estrella mediática. Y a mi pesar seguí su caso, no sólo por la pena de encontrar a una amiga excedida por una situación extrema sino por el hecho de ver programas periodísticos auspiciados por el morbo, donde se manipulan testimonios sin vergüenza (como denunció Giancarlo Cornejo tras declarar para Enemigos íntimos) y los reportajes dicen más de la integridad del periodista que de los presuntos criminales.
Una cobertura que remite a W. I. Miller citado en el excelente estudio “El factor asco. Basurización simbólica y discursos autoritarios en el Perú contemporáneo” escrito por Rocío Silva Santisteban, cuando define al asco como una emoción que califica a los objetos que lo despiertan como repulsivos y atractivos al mismo tiempo.
Si tuviera que elegir prefiero esos inexplicables programas concurso donde sólo vemos a una chica con un fajo de billetes en la mano que exhorta a llamar por teléfono y descifrar un anagrama.
61 años después del informe Kinsey, es curiosa la atracción que las relaciones homosexuales aún generan en un gran sector de peruanos, que tal vez debería experimentar un poco más.


publicado el martes 15 de setiembre de 2009 en perú21